jueves, 12 de enero de 2012

Osiris Rodríguez Castillo - Biografía 2ª parte. *

Canciones que
«alumbran como un candil»


A pesar de que su primer disco es de 1962 (el mismo año que el primer simple de Los Olimareños y el primer larga duración de Anselmo Grau, un año antes que el primer larga duración de Daniel Viglietti, y posterior a las grabaciones de Amalia de la Vega, Aníbal Sampayo y Carlos Molina), Osiris Rodríguez Castillos ya era conocido en el medio como escritor y recitador —en fonoplateas y actuaciones en vivo—, o a través de otros recitadores. Habla bien de su obra que con sólo cinco discos larga duración, dos discos dobles y unas veinticinco canciones difundidas (en el cuarto larga duración vuelve a grabar muchas del primero y en el quinto muchas del segundo). En Rodríguez Castillo se entrelazan poeta, compositor, cantor y guitarrista. Es un poeta-letrista de alto vuelo, buen melodista y cantor con estilo personal —a pesar de que muchos consideran este aspecto como su flanco más débil—. Y es uno de los artistas que sientan en la música popular uruguaya las bases de calidad guitarrística tan admirada en el exterior. Quizá no sea menor el papel cumplido por Atilio Rapat —como en otros casos lo será el de Abel Carlevaro—, con quien Osiris estudió (al igual que Viglietti y Grau), sumando las enseñanzas de ese maestro al correspondiente aprendizaje por transmisión oral.
Por otra parte, su costumbre, no habitual en la música popular, de escribir en partitura lo compuesto, facilita hasta el día de hoy la reproducción fotocopiada de su obra y es uno de los pocos repertorios «criollistas» disponibles para uso didáctico por parte de alumnos de guitarra. Las introducciones de sus canciones, y las partes instrumentales en general, tienen una gran singularidad. A tal punto Osiris las consideraba como no modificables, que se cuentan innumerables anécdotas de su molestia cuando otros intérpretes las cambiaban o simplificaban (aunque, de no haberlo hecho, las dificultades técnicas de algunas de sus canciones —escúchese «La galponera» incluida en Cimarrones— hubieran reducido a un mínimo los guitarristas capacitados para reproducirlas). Y está el Osiris recitador, «camuflado» —al incorporar el modelo de introducción hablada para una canción, y haciendo dudar a sus intérpretes de si es parte estructural de la composición— o explícito, al incluir en sus grabaciones numerosos poemas recitados. 




Ya en su primer disco Osiris reúne en una sola persona las dos vertientes tradicionales de cantor y recitador criollo, constituyendo, si no el primero, el documento histórico más representativo de la segunda vertiente. Expuso sus teorías en entrevistas y, con retórica poética, en las contratapas de sus discos. Allí muestra su preocupación de investigador al escribir que cree haber llegado a establecer las bases de un nuevo género de «poemas para guitarra y recitante», componiendo música específica para acompañar cada texto.
A las facetas de cantante y recitador se suma, en las presentaciones en vivo, la de coloquial amenizador que incorpora anécdotas e historias, reuniendo a la platea en torno a un imaginario fogón. Por todo esto, Osiris Rodríguez Castillo seguirá siendo fuente de estudio, disfrute y admiración. 

 *Extraído de  BSE 
Banco de Seguros del Estado 
Almanaque 2010  

Concepto general: Inés Bortagaray
Biografías: Inés Bortagaray 

Selección y notas: RUBÉN OLIVERA
Diseño y producción editorial: Monocromo

1 comentario:

  1. Estudió la guitarra primero con su padre, luego quién sabe con quién. Después con Rapat y Pereira Arias, y también usaba los libros de técnica guitarrística de Carlevaro, pero con éste nunca estudió. Esto lo se porque fuí yo quien le llevó los libros de Carlevaro. Y tocamos juntos muchas veces y comentabamos los ejercicios de don Abel muchas veces. Osiris ya era un artista consumado.

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