*No hubo uno, sino múltiples motivos de su decisión. Tenía 77 años. Había quedado viudo en 1998. Estaba deprimido por las deudas de su Fundación, donde había empezado a funcionar un comité de crisis. Acababa de ver la lista de personas que iban a ser despedidas. Se le había muerto un paciente el día anterior.

*No fue una actitud intempestiva. A la novia, Diana Truden, 46 años menor, ya le había confesado sus deseos de matarse en enero de 2000. Luego, en abril, hizo el trámite para obtener el permiso de portación del revólver que finalmente usó y que Clarín reproduce hoy por primera vez.

*No sólo sintió ahogo por la corrupción en las obras sociales sindicales, sino también por trampas en clínicas privadas, a las que acusó de contar con "personal bien entrenado" para hacer negocios con la salud de la gente: "A docenas de cardiólogos —escribió en su adiós—, lo que más les interesa es el dinero".

*La insinuación que lo terminó de demoler jamás fue aclarada por nadie hasta hoy. La desnudó él mismo, en su carta de despedida a amigos y familiares. Decía: "El proyecto de la Fundación tambalea y empieza a resquebrajarse. Hemos tenido reuniones con mis colaboradores más cercanos (...) me aconsejaban que, para salvar a la Fundación, debemos incorporarnos al 'sistema'; sí, a los retornos; sí, al 'ana-ana', 'pondremos gente a organizar todo'. Hay 'especialistas' que saben cómo hacerlo. Aclararemos que vos no sabés nada, que no estás enterado. En estos momentos, a esta edad, terminar con los principios éticos que recibí de mis padres, mis maestros, mis profesores, me resulta extremadamente difícil. No puedo cambiar. Prefiero desaparecer".

*Mientras empuñaba ese revólver, una carta al presidente De la Rúa dormía en un cajón de la Casa Rosada. Nunca fue publicada en un diario. Decía:

Estimado Fernando:
"Te escribo estas líneas porque nuestra Fundación está al borde de la quiebra (...). Tenemos emergencias ineludibles que deben solucionarse en los próximos días. Necesitamos alrededor de seis millones de pesos.
No tengo conexiones con el empresariado argentino. (...) a veces choco con algunos 'peces gordos' como Amalita o Goyo Perez Companc. Por eso, uno de los pedidos que te hice en nuestra última charla era que utilizaras tu influencia para conseguir la ayuda que tanto necesitamos.
En fin, te ruego que influyas para conseguir una donación urgente, creo que es el camino más corto. Perdoname por el pedido. Te escribo desde la desesperación. Nunca en mi vida estuve tan deprimido. Con el afecto de siempre, René Favaloro".

*Despues de siete años, De la Rúa acepta que no leyó la carta a tiempo, pero rechaza las imputaciones sobre falta de apoyo oficial: "De ningún modo hubo abandono a Favaloro. Al contrario, estábamos encima. Teníamos una relación de mucho afecto y amistad. Fue mi asesor en la Nación y en la Ciudad".


El ex presidente rompe el silencio sobre el plan ofrecido: "El buscaba una solución integral. Entonces, por indicación mía, se comenzó a evaluar con Héctor Lombardo (ministro de Salud) alguna forma de integración del Estado con la Fundación: "Ese podría ser uno de los problemas, pero no creo que para tomar una decisión tan fuerte", dijo Lombardo. Según trascendió, en algunas de las cartas dirigidas a prestigiosos médicos de todo el mundo Favaloro pidió que ayudaran a conseguir fondos para el establecimiento.

Confirma esa estrategia Néstor Pérez Baliño, entonces subsecretario de Atención Primaria de la Salud y luego presidente de la Sociedad Argentina de Cardiología: "Favaloro me dijo que el Presidente había entendido el problema. Ibamos a estudiar el posible acople y se pensó en crear una comisión de expertos, pero a la semana murió".

La propuesta de De la Rúa sobrevuela un debate aún abierto sobre el papel que jugó el Estado frente al proyecto de Favaloro, quien renunció a ganar dos millones de dólares al año en Estados Unidos para intentar en la Argentina la medicina de excelencia, con atención gratuita de indigentes, desde una organización sin fines de lucro.

Favaloro se despidió derrotado: "Es indudable que ser honesto en nuestra sociedad corrupta tiene un precio. A la larga o a la corta te la hacen pagar".

Favaloro, unos dias antes de morir, le manda una carta al presidente del diario Nacion, con fines personales. Hoy esta carta es revelada al publico, y dice mas o menos asi:

".. como se me trata en el mundo en contraste con lo que sucede en mi país. Me refiero a aquellos vinculados al quehacer médico. La mayoría de las veces un empleado de muy baja categoría de una obra social gubernamental ni contesta mis llamados."
"En este último tiempo me he transformado en un mendigo. Mi tarea es llamar, llamar y golpear puertas para recaudar algún dinero que nos permita seguir con nuestra tarea."
Solo quiero decir que el final se acerca de a poco. No es para que te asustes, pero todo esta consumado, y siento que estoy solo en esta sociedad, realmente, de mierda." Con mucho afecto, Rene Favaloro.


Fuentes:

http://www.fundacionfavaloro.org
http://www.paralibros.com/jonas/j00732r.htm